Hay que saber pagar el precio de la exposición. Que te miren tiene un costo muy grande e implica que te juzguen y critiquen. Estar expuesto significa que te observen detalladamente y por eso hay que poner límites, hay que pensar qué estás dispuesto a entregar. Si decidís exponerte, decidís levantar tu perfil y pasas a encontrarte de manera antinatural con respecto al resto de la gente. Todo el mundo te mira, y no necesariamente podes encontrar tu capacidad de mirar al resto. La exposición puede ser casual y momentánea o puede ser un trabajo, un estilo de vida. Te van a ver, vas a ser su punto de referencia, te van a querer y te van a odiar. Hay épocas en las que te aplauden y hay momentos en los que no pasa nada. Si esto es lo que realmente te gusta, es ahora.
“Antes de ser feliz, hay que ser feliz”. Para esto existe un paso previo, el ‘como si’, que implica empezar a hacer en la vida cotidiana aquellas cosas que deseas hacer profesionalmente. Hay que trabajar desde antes y empezar a prepararse que la oportunidad llega. Hay que ser constante, no hay que dejarse vencer, hay que saber caer y levantarse.
¿Una película? ‘Mi gran oportunidad’ de Paul Potts.
La oportunidad puede llegar por el lugar menos pensado. Brillar significa poder vivir de los que te gusta, inspirar a otros, que te reconozcan, poder darte gustos, tener prestigio, estar con gente que veías en lugares inalcanzables y ahora son tus pares. Todos tienen una estrella que los está esperando, son los sueños que deben cumplir. “El propósito sin razón, es apenas un sueño”. Para cumplir los sueños hay que moverse, hay que hacer cosas y ponerse en acción todos los días de tu vida.
¿Un libro? ‘El camino del artista’ de Julia Cameron
Si no le das de comer al artista que llevas dentro, se muere y para que esto no pase debes tener en claro a dónde queres llegar, cómo lo vas a hacer, qué estás haciendo hoy para llegar a ese lugar y cuánto queres ganar. Es necesario ponerle precio al trabajo. Nunca vas a saber si ese sueño está lejos o cerca, si te va a costar años o si vamos a tener un llamado telefónico milagroso. Es un lugar incierto, es mágico, es atrapante y por eso hay gente que baja los brazos. No te rindas nunca
No tenes que tener respuesta a todo en la vida. En esto de soñar no tiene que funcionar la cabeza, eso te frena. Si vas a tener fantasías, aprovechalas, es lo único que no te cobra impuestos. Volá, sentite enorme, si realmente lo queres, se cumple.
Tenes que elegir lo que más hambre te da. Cuando uno tiene todo organizado en la cabeza tiende a frustrarse. Hay que desactivar la mente y dejar que la vida decida. No hay que permitir que la cabeza direccione todo, la vida nos despeina. La cabeza pone expectativas, idealiza lo perfecto y se olvida de las dificultades y en este trabajo 2+2 no siempre da 4.
No es lo mismo moverse desde adentro que estar mirando desde afuera. Pocos son protagonistas de una primera vez. Hay que saber aliarse de buena gente que puede darte un empujón y no perder el tiempo. A medida que vas teniendo en claro tu objetivo, sabes a qué decirle que sí y para donde irte cerrando.
Generalmente tu círculo íntimo es el que menos confianza te tiene y aunque haya resultados hay que moverse. Si vas a soñar: ponele nombre, apellido, edad y cifras, dale cuerpo. Debes ser claro y preciso, tenes que saber qué es lo que buscas, esto no es ‘trabajar de cualquier cosa’. De este modo vas a buscar trabajo en el lugar correcto. Si queres llegar a ese lugar, hay que brillar.
Tener fuego sagrado significa poder estar en la calle Corrientes con 2° de temperatura desde las doce del mediodía hasta las ocho de la noche sin nadie que te banque y sentirte como una princesa de Disney. Busca tu público, tu estrella. Pelea por tu música, por tu moda, por tu sueño. Experimenta cómo posar, cómo caminar y cómo vestirte, el arte se aprende copiando.
Ponele huevos, ponele ovarios, busca tu futuro que no está lejos. Está a un paso, a una conversación, a una mirada, a un abrazo de distancia, para eso necesitas claridad y actitud. Tenes que creértela
“Perder la cabeza, ir por el corazón”. Mario Massaccesi