¿No te da, a veces, muchísimas ganas de escribir? Un pensamiento y atrás los otros, determinados ítems que no deberían faltar, un orden a seguir y millones de análisis y debates que nunca se terminan llevando a cabo. Es una locura, algo que pasa cada tanto, y esta vez me pasó a mí. Quiero recaudar momentos felices, anécdotas únicas y personas diferentes en momentos diferentes. Quiero plasmar en una hoja de papel la diferencia entre lo tradicional y lo moderno y encontrarles un denominador común.
La vida te da la posibilidad de optar por caminos disímiles, opuestos y hasta enfrentados. Es una decisión propia la de qué camino tomar. Es el simple hecho de ‘quedarse en el molde’ o salir a explorar, elegir la comodidad o animarse a dar pelea.
De un lado está lo que la gente supone que debe decir y pensar. Están las maneras en las que uno debería comportarse, está todo lo que está ‘bien’. Lo moderno es lo rebelde, lo que se oculta por miedo al qué dirán, lo inoportuno, lo novedoso. Lo moderno corta con lo tradicional, con esa estructura impuesta por la sociedad, de la que hoy miles de personas no pueden liberarse.
Te llevó menos de dos minutos leer estos tres párrafos, pero ¿cuánto tiempo te puede llevar la elección entre lo moderno y lo tradicional?
No hay comentarios:
Publicar un comentario